Las siete profecías mayas
Se habla mucho de que el año que viene se acabará el mundo; el 2012 representa el final de nuestra era. Mismo año en el que, casualmente, se elige al presidente número 85 (8 + 5 = 13, cabalístico casi casi apocalíptico) de la república mexicana. Hay dos profecías que enfatizan el final: Por una parte Nostradamus, en su libro perdido (que si está perdido, no sabemos quién lo leyó y nos dijo tal augurio), anuncia el cataclismo en una época de notables cambios; por otro lado, las profecías mayas le ponen fecha a ese fin: 22 de diciembre del año 2012. Esta teoría es la que más suena en todo el mundo.
Y volviendo al relevo presidencial -uno de los eventos que debería estar profetizado- parece que el año próximo sucederán cosas nunca esperadas en el ámbito electoral (entiéndase: cochinadas inéditas dentro del gran cochinero político); lo increíble de las cosas que ya están sucediendo, nos hacen pensar que las siete profecías mayas se están cumpliendo específicamente para la nación donde floreció aquella cultura. Nosotros, los mexicas, neomayas, somos la profecía que se cumplirá en el 2012.
Haremos un breve resumen de las siete profecías mayas, así como su extraño comparativo con lo que ocurrirá en el 2012 en el panorama político nacional, y la fecha en que se anuncia el “fin de la era actual”.
Primera: A partir del año 1999 nos quedan sólo 13 años para recapacitar nuestras actitudes antes que la destrucción de la Tierra sea inevitable. Eso nos lleva directamente al año 2012.
Observadores de los cielos azules sabían que sólo tenían 12 años y un poquito más para demostrar que tenían la actitud para formar un gobierno distinto, que hiciera a un lado el nepotismo, corrupción, fraudes electorales e imposiciones de candidatos. Traducción del primer augurio: “la tuvieron, era suya, pero la dejaron ir, azules”. Es poco menos que imposible que repitan en la silla grande este 2012 (según la cábala maya, pues).
La segunda profecía, nos habla de cómo viviremos durante esos trece años, en un mundo en crisis absoluta, con miedo y diversas penurias que hemos provocado nosotros mismos y lo tenemos merecido.
Traducción política: los abusos y las peleas por el poder han hecho que todos apunten en contra de todos y nadie a favor del país. Los cambios que ha requerido México se han visto frenados por ese mal de cangrejos en cubeta, donde nadie deja que salga nada que no sea de beneficio para el color que representa. Doce años de puros “tiritititos” (¿o titerecitos?). El presidente ya no presidentea y las cámaras se la pasan camareando.
La tercera profecía nos menciona los cambios climáticos y cómo afectarán nuestro mundo.
O sea, el cuerno de la abundancia se irá vaciando hasta dejarnos sin petróleo, sin selvas maderables que explotar, sin mantos acuíferos, sin reservas minerales, sin todo eso que generaba grandes ganancias que algunos expertos llaman producto interno bruto (que sirve para mantener a miles y miles de políticos y burócratas), y que por brutos nos acabamos todos esos productos internos sin dejar nada a las futuras generaciones para que “generen futuro”. Vamos, hasta sin gente nos estamos quedando, el 10 % de los mexicanos ha emigrado a otro país.
La cuarta profecía habla del derretimiento de los polos.
Eso significa que el hundimiento de las falsas propuestas será muy visible, que las aguas tomarán su nivel y saldrá a flote todo el cochinero que han hecho TODOS los políticos. Los polos opuestos, aquellos que han sido enemigos declarados, azules y amarillos se derretirán por ardidos y se mezclarán en una alianza sin nombre, pero con exceso de hombres.
La quinta en cambio nos habla de la lección aprendida tras nuestros errores, rendidos ante las situaciones a las que nosotros mismos nos hemos llevado.
Los mayas dicen que a ver si ahora si recapacitamos nuestro voto y elegimos al bueno, al que de veras tenga una propuesta de país y no al que se alíe con su vecino incómodo para fregar a otro más incómodo. El pueblo no puede ser parte del cochinero político que se avecina.
La sexta comienza con una versión que podría tomarse “el Apocalipsis” ya que aparecerá un cometa que será el que nos esté anunciando que los cambios están llegando, que debemos prepararnos para una nueva forma de vida.
Ese cometa, ser brillante que aventaja con todo y cauda a sus opositores, no necesariamente es la solución futura, ya que tiene cara de peloncito orejón. Nos anunciará cambios… pero no serán buenos. ¿Convendrá votar por él?
Y finalmente la séptima profecía, donde el hombre y el mundo pasarán a ser uno solo, ya que aprenderemos a valorar nuestro planeta.
(Algunos hasta piensan que va a ganar el verde, digo, el partido verde, no el billete verde) O sea que la batalla de unos contra otros, polo contra polo, no dejará títere con cabeza y acabaremos encuerados… sin nada más que la desgastada naturaleza a nuestro alrededor. Y tendremos que empezar de cero un nuevo proyecto de país, si es que todavía queda país.
Lo cierto es que los más arriesgados vaticinios apuntan, sí, que habrá una lucha entre dos polos, los que quieren que las encuestas se cumplan y los que quieren hacer todo lo posible e imposible para que esto no suceda.
Los peñanietenses, por una parte la creen ganada, desde la precampaña al interior del partido tricolor, hasta la elección grande, la de las profecías. Y todo indica que su más seguro adversario será el actual Jefe de gobierno de DF Marcelo Ebrard, quien tiene más posibilidades que el mismísimo Peje o que cualquier blanquiazulino desmejorado. Es lo más parecido a un bipartidismo que tanto se criticó anteriormente como una democracia discriminante.
Ante esta, la tendencia más probable, que sólo significa una lucha en busca del poder, se han rodeado diversos comentarios o falsos mitos:
Las alianzas izquierda-derecha son antidemocráticas. Las alianzas en sí representan un recurso político que no permite a las bases elegir libremente o a las minorías ser representadas. Se hace un arreglo en la mesa y zaz, nace una nueva alianza que sólo beneficia a los líderes partidistas.
¿Cómo gobernaran dos fuerzas disímbolas? Dicen que sí se puede, el chiste es cómo se van a repartir la chamba, si es que ganan.
Lo cierto es que esta alianza que se vislumbra para el 2012 es un retroceso para la democracia que olvida el anterior 2006, donde por unos cuantos votos ganó uno y perdió el otro.
Si en lugar de promover las alianzas que sólo favorecen a los grupos de poder y no a la población, se realizaran elecciones en primera y segunda vuelta, en las cuales, como sucedió hace seis años, si la diferencia es menor a un 5 % (digamos), deberá haber una nueva elección de segunda vuelta entre los dos candidatos con mayor votación, y que el pueblo decida –no los partidos- quién de ellos es el que más les conviene. Esto es democracia.
El 2012 inicia mal. Las fuerzas políticas están pensando en su provecho personal, de facto, y están dejando muy lejos la propuesta, el trabajar por un proyecto de país. Eso suena apocalíptico para cualquiera.
Los mayas, por cierto, no dicen que se va a acabar el mundo en el 2012, simplemente que iniciará una nueva era, muy distinta a todo lo anterior… esperemos que para bien.
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