domingo, 6 de febrero de 2011

Hipocondría SugesTiVa

¿Somos lo que comemos, lo que vemos o lo que imaginamos?

Joseangel Rendon Delatorre
Cada canal de Televisión Abierta transmite al día por lo menos 800 comerciales.
Más del 25 % del espacio de TV son comerciales y promocionales.
El 51.4 % de esta publicidad se dedica a promocionar productos médicos
Menos del 1 % de los promocionales y comerciales que se difunden en la TV son dedicados a promover los valores, ni la mitad de estos promueven la cultura y el arte.
El 27.8 % de los espacios comerciales los emplea la televisora para promover sus programas.
Solamente el 17.9 % de este espacio se utiliza para publicidad de otros productos que no son medicamentos.

José Donoso sufría de úlcera cada vez que escribía una obra. Estuvo al borde de la muerte al escribir El obsceno pájaro de la noche, una de sus mejores obras. En realidad el famoso novelista no sufría esta enfermedad. Era la ansiedad por plasmar sus ideas en papel, el temor o stress, lo que le ocasionaban los síntomas. El proceso creativo le generaba hipocondría a Donoso.
La hipocondría es una enfermedad por la que el paciente cree de forma infundada que padece alguna enfermedad. El término hace referencia a una región anatómica, el hipocondrio, situada bajo las costillas y el apófisis xifoides del esternón, donde se creía que se acumulaban los vapores causantes de este mal. La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer una enfermedad, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal o síntomas somáticos que aparezcan en el cuerpo.
Todos sentimos alguna vez miedo infundado hacia una enfermedad, pero no todos hemos “escarbado” en sus síntomas y participado de ella, como sucede con los hipocondríacos, quienes crecen en número entre la vejez, afectando a su organismo y entorno familiar.
Estamos ante un trastorno asociado muy a menudo con la ansiedad, por lo que el principal síntoma de la hipocondría es la preocupación exagerada que siente por su salud.
Pero… ¿qué tal si estos padecimientos no provienen del hipocondrio, aquel rinconcito intercostal que -decían los antiguos- generaba los malestares? ¿Qué tal si los síntomas son “recomendados” por nuestro aparato televisor?
Es clásico. Un día encontramos a un amigo que no veíamos desde hace tiempo y nos dice: “Estás gordo”. Pácatelas. Ese mismo día el hipocondrio nos activa los síntomas de la obesidad y comenzamos a ingerir productos Light, yogurtcitos de ciruela para desalojar el exceso y por lo menos tres de los cientos de productos que anuncian en la TV para adelgazar rápido y sin esfuerzo. En ningún momento consultamos a un doctor para un chequeo corporal o una nutrióloga (casi todas mujeres), ¿Para qué? Si los expertos de los infomerciales que aparecen en la tele (no me engañan, creo que muchos de ellos son actores) ya tienen la solución para todas nuestras enfermedades. Así funciona la Hipocondría sugesTiVa.
Cada hora se transmiten por televisión abierta por lo menos 16 minutos de espacios comerciales (en horarios A, AA y AAA), algo así como 46 comerciales ¡por hora!
De estos spots, el 51.4 % (Más de 420 diarios, por canal) son publicidad de medicamentos, tratamientos para males, de menores a incurables, soluciones para padecimientos causados por el sedentarismo exacerbado al ver demasiada televisión y comer toda la chatarra que anuncian, remedios para verse más guapo(a) o menos feo(a), según el caso, etc. y todos estos comerciales de “avances de la medicina avanzada, genómica o hasta clonadora” empiezan con el trancazo hipocondríaco sugestivo: “Estás gordo, tu cabello se cae, tus dientes están feos, tu próstata se va a joder, tu piel parece lija, el estreñimiento te está echando a perder el intestino… 420 largos etcéteras”. ¿La enfermedad existe de verdad? Sólo el Doctor lo sabe, pero para ahorrarte tiempo y consulta, compra todo lo que te anunciamos y sentirás alivio (del bolsillo).
En el año 1990 se realizaron estudios en Estados Unidos que llegaron a la conclusión de que el hábito de ver televisión, tenía las características de la dependencia a sustancias, como el alcohol, cigarros o medicamentos. Todo esto se debe a que la televisión emite incentivos básicos que agradan a las personas, ya que permite satisfacer necesidades primordiales, como la curiosidad, la exploración, la novedad y las motivaciones de carácter social. También se ponen en marcha sistemas neuronales (llamados “de gratificación cerebral”) que nos hacen pasarla bien y nos animan a repetir los mismos comportamientos gratificantes.
Las grandes compañías de medicamentos aprovechan toda esa sugestión para vendernos lo que fabrican. Y vaya que se anuncian.
Según Informe Especial del Ibope (Instituto Brasileño de Opinión y Estadística). De los 100 anunciantes más importantes de México, los primeros dos lugares corresponden a laboratorios de medicamentos: Genoma Lab y Procter & Gamble. Entre ambos gastan en publicidad el equivalente al presupuesto de Egresos del Estado de Zacatecas para el 2011. Genoma Lab pagó en 2010 por anuncios de TV nada menos que 13 mil 516 mdp (millones de morlacos), mientras que Procter & Gamble desembuchó 6 mil 352 millones de pesos. Muy lejos de ellos, los tres siguientes lugares: Organización Bimbo (3 mil 404 mdp), Unilever de México (Productos de limpieza y belleza, 3 mil 188 mdp) y Telcel (2 mil 160 mdp), muy apenas superan, entre los tres, al segundo lugar (Revista TELEMUNDO No. 113, dic. 2010).
Algunos intelectuales establecen que la televisión es un mal que impide que los seres humanos se relacionen entre sí, que cierra la puerta a la reflexión y que se ha convertido en una especie de conciencia colectiva que nos guía para definir lo bueno y malo en torno a los asuntos públicos. Otros analistas van más allá y apuntan que la TV es un intruso que ha roto la estructura familiar. Los farmacofabricantes van todavía más lejos, generando hipocondría mediante la sugestión autoritaria.
Para el Dr. J. Jesús González Núñez, presidente del Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, A.C. (IIPCS), la televisión induce al individuo a un estado parecido a la hipnosis, dice el especialista, “debido a que altera la atención y hace que se omita lo que sucede alrededor del sujeto”. A todo esto habrá que agregar que “los seres humanos seguimos la ley del menor esfuerzo, y por eso nos instalamos frente a la pantalla”. Eso es y será siempre la solución fácil (si pudiéramos considerarla solución).
Lamentablemente, contrastando con el 51.4 % de anuncios para medicamentos, en la televisión se dedica menos del 1 % de estos espacios para promover los valores y la conciencia de los mexicanos, el hacer las cosas bien, pues.
Gabriel García Márquez es otro caso curioso de escritores famosos con hipocondría. Todos los años, al llegar la primavera, se llenaba de golondrinos. En su novela Cien Años de Soledad, le  atribuyó este padecer a uno de sus personajes, Aureliano Buendía. Después de eso, a él no volvieron a salirle. El Gabo solucionó su padecimiento imaginario… ¿y nosotros, tenemos el valor o?

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