TRES
CRUCES TRES
triplicante
joseangel rendón delatorre
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−
Ave María purísima... dime tus pecados.
−
Oiga padrecito, quiero pedirle un favor.
Retomando la atención de algún paraíso
personal, el cura filtra la vista por sus antiparras y la tela del anonimato,
tratando de reconocer al muchacho de voz acuosa.
−
¿De que se trata hijo?
−
Verá, es que mi amá... Se la pasa tomando
todo el día. Agarró bien duro el vicio desde que mi apá nos dejó. No entiende
razones. Le amanece y coge la botella de sotol bien desesperada; Con tragos sin
pausa se la acaba y me manda traer más. Tengo que mantenerle su vicio de lo que
saco lavando carros y también tengo que hacer la casa y llevarle de comer.
Ella no quiere vivir, sólo le importo
cuando hay que conseguirle un alcoholito o como a las tres de la mañana cuando
le llega la temblorina, cuando parece que la muerte le va a hacer el favor. Le
entran los dolores de panza, ganas de arrepentirse. Escupe gritos con baba y se
aferra a la poca vida que le queda. Me pide auxilio y me abraza muda. El ardor
en su garganta grita por algo que aliviane su ansiedad, aunque sea más alcohol.
Se hinca y maldice y bebe y me pide perdón, se traga las pocas ganas de vivir y
se muere sin morirse. Cada noche agoniza sola, como si yo no existiera.
−
¿Quieres que hable con ella?
−
Quiero que le diga a Diosito que se la
lleve, ese es el favor que le pido, padrecito.
−
Reza un padrenuestro y diez avemarías y
dile a tu mamá que venga a verme.
La catedral es inmensa y con una paz fría.
Y sorda.
He perdido todo. Todo. La culpa es de ésa
Cruz.
Mi posición económica se vendrá abajo.
Tendré que vender la casa, las joyas, éste auto... Antes que eso suceda ella me
abandonará; acostumbrada a los grandes lujos no soportará esta caída. No
soportará seguir al lado de un perdedor. Mi descendencia arrastrará el bochorno
hasta la octava generación. Papá sufrirá la vergüenza y morirá en un asilo de
indigentes. En su tumba se labrará imborrable la etiqueta/epitafio: “Padre
deshonrado”.
Antes de eso mi jefe me matará; me colgará
de los tanates y jugará a la piñata hasta que dé de mí. Eché abajo la próspera
trayectoria de la
Megaempresa. Nuestra cotización en la bolsa caerá a niveles
insospechados. El embargo es inminente. Me matará primero y luego morirá de
infarto, dejando desprotegida a su familia. Pobres juniors -en cierto modo se
lo merecen- pisotearán mi cadáver bailando la danza del “singatumare” y
escupirán mi cara muerta.
Pero antes me daré un tiro. Llegando a
casa lo primero será tomar la pistola para rogarle corte mi existencia, antes
me aseguraré que esté cargada; alguna de las seis balas será la valiente, hará
el favor de penetrar mi cráneo, pasará quemando mis ideas, abriéndose paso
entre recuerdos. Por el agujero en la sien saldrá mi alma culpable y se
mezclará con el humo de la detonación, se perderá como se pierde el estruendo
en el aire, siendo parte la nada total. Con el sistema locomotor inutilizado y
los vasos sanguíneos quebrados solo quedará gelatina inservible e insuficiente
para pagar todo el daño hecho.
Pero antes tengo que abandonar este
desierto para evitar morir insolado. Antes debo reparar éste auto que hoy como
nunca me ha fallado y ha sido causa de la hecatombe. Pero antes he de conseguir
una maldita Cruz para las tuercas y cambiar esta llanta ponchada.
Con suerte y no sea demasiado tarde para
mi cita de negocios.
En verdad les digo que ya no puedo más. He
caminado bastante soportando este peso a cuestas. He recibido ya demasiado
castigo, que únicamente servirá para la salvación de mis hermanos. No quiero
continuar, aunque sé que debo llegar hasta el final; mis pies no pueden cargar
con este suplicio, sudan mis callos una pus dolorosa y se abaten mis huesos
ante tan pesado peso.
En aquellos tiempos el padre habló a su
hijo, destinándolo a realizar el sacrificio que serviría de salvación para sus
hermanos. Yo no pedí esto. Y aunque sé lo que va a suceder, me niego a aceptar
este destino, Casi puedo verlo, frente a mis ojos sudorosos y cansados tendré
que seguir soportando este infernal calor, la molestia de cargar en mis
espaldas esta pesada madera, tener que pasar entre curiosas miradas de gente
que no sabe exactamente por qué he venido, observan y callan, pero no ayudan.
Tendré que pasar frente a todos ellos, subir la interminable cuesta para llegar
a la cima y colocar ahí mi pesada carga. Trataré de atraer a cientos de miradas
impías. Aún cuando nadie haga caso de lo que diga tendré que decir lo que diré
y terminar con el sufrimiento de una vez por todas, espero que el cansancio no
me impida hablar y que esta deshidratación porosa no me haga olvidar las siete
palabras que voy a decir:
"Bonito librero de fina madera,
Llévelo barato".
Espero que se venda este armatoste, porque
si no mis 12 carnales no tendrán que comer y yo deberé regresar al tercer día,
para el tianguis dominical, cargando para arriba y para abajo con lo último que
nos queda para vender.
COCINA SUI GÉNERIS
Amasaba
las ilusiones muertas, una y otra vez, hasta esponjarlas un poco y darles
momentáneamente vida otra vez, extendía sobre la mesa la pasta de sueños
añejos, salpicaba con suspiros de olvido para sazonar su manjar de memorias
yertas, las dejaba reposar a veces por breves minutos, otras por días enteros,
de cuando en cuando el tiempo no le ajustaba y debía dedicarse a ser feliz,
más, acostumbrada como estaba a decorar sus recuerdos, a revivir sus sueños, a
poner a hervir sus pasiones, y así, a embriagarse de cuando en cuando de
eternas cuestiones, volvía siempre a su cocina
sui géneris de sentimientos.
Así,
cada día, a las 7:50 de la mañana el aroma del café despertaba al primer
suspiro, que a veces sabía a impotencia, otras a perdón, las más, a manjar de
dioses, platillo frío… si, ese platillo que cocinaba hacía ya tantos años, a
fuego lento hervía con cautela una seducción sublime, anodina, envuelta en el
arte de la guerra, en los misterios de Dios, en el lenguaje del alma, en la
justicia divina, en la ley del Talión.
Despertaba
entonces de golpe la amalgama animada de sensaciones, se desbordaban uno a uno
los cotidianos pensamientos, reproches detonados al viento, cariños a prueba
del tiempo.
Cuando
menos acordaba, estaba la cocina
impregnada del aroma los sentimientos sublimados, llegaba primero la
dulce esencia de la alegría, idéntica al olor de los algodones de azúcar en
tonos rosados, luego este se diluía para dar paso al fresco perfume de la
nostalgia enamorada, naturaleza pura, aroma de paz intensa, en el aire tierra
mojada.
Venía
luego a embargar el ambiente la inconfundible fragancia cítrica de los sueños
suspendidos en el tiempo, lanzados mil veces al viento, entonces ella,
impasible dueña de sus adentros, intervenía para comenzar el amasado de
ilusiones sepulcrales, vestigios de amores extintos, calificativos contenidos
condenados a no estrellarse a quemarropa con su destino… todo era mezclado
suavemente, tácticamente, con esmero les daba forma entre sus dedos, les
contenía entre sus manos, creaba de todo aquello manjares para propios y
extraños, esculturas de azúcar amargo, aperitivos agridulces para degustar en
el Ocaso de la razón perdida.
Flor de María Rubio
Ibarra
EMBOZO
Abro de tajo mis
dolientes versos
para ti que me
insistes cariño
que reclamas los
besos
las sábanas de seda
no puedo darte más de
lo que ya te di
mi estancia a
borbotones
refugiando sus noches
tras una tempestad
de ropajes distintos
Te conozco de más
milésima a milésima
estornudos
fu-gases
olores encarnados
tu forma de peinar
los crines color acre
los bóxers marca
diablo
los shorts y tus
zapatos
Cómo duermes de lado
e ignoro tus respiros
los fríos que padeces
en pleno mes de mayo
hasta cuando te vas
con ceño de coraje
a infantil discusión
sin darme una
respuesta
Aún con todo y eso
no empeoro lo que
escudo
lo sumerjo piadosa y
vuelco las sonrisas
con las que
compartimos
las maldades del
cuerpo
Trata de comprender
que a esta edad
quisiera
descansar en mis
versos
hacer dos mil poemas
y ser la libertaria
de mi propio
intelecto
No entiendo tus
lamentos
tus quejas
tus reclamos
si lo mejor que
fuimos
¡por Dios te lo
aseguro!
pasó muy bien vivido
Ma. Cristina escobedo reyes
la Mujer de Papel
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