viernes, 31 de agosto de 2012

Cronósfera



Diversidad vs Adversidad

En estos momentos, usted quizá sabe de mí, que dirijo esta revista-pasquín desde hace doce años y pico (y meses, pues), en la cual se privilegian artículos de interés para fomentar en los zacatecanos la lectura y el conocimiento de temas diversos; He trabajado en las áreas de producción y noticieros de Televisa Zacatecas, publicado tres libros de cuentos y poesía, y tengo otro de cuentos y dos novelas en espera de salir a la luz. Me ha leído -lo cual agradezco- pero le aseguro que en estos doce años no sabe cual es mi religión ni mis preferencias sexuales… ¿Acaso importa? Diría una frase ampliada “Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios…” y al cuerpo lo que es del cuerpo. Como escritor y cuasicomunicador, me interesa que me lean, a ustedes como lectores les interesa leerme, supongo, pero, a menos que se tratara de un fetichista venido a menos programa de espectáculos de la vendida televisión abierta, ni a usted ni a mí nos interesa algún dato de la vida privada… porque eso es, privada.
En literatura, al escribir cuento y novela, hablamos de que existen tres niveles que no deben cruzarse o confundirse: el autor, el narrador y el protagonista. Cada uno cumple una función específica en la creación literaria: el autor crea una historia o anécdota de la nada (sí como un Dios), el narrador lo sabe todo y nos va llevando de la mano por toda la trama (como un guía, gurú o sacerdote) y el protagonista (que la mayoría de las veces lo apersona el lector), es el ser ficticio al que le suceden los acontecimientos y desenlace. El confundir estos niveles puede provocar un texto desafortunado y confuso, por eso, cada quien a su cada cual.
Esto viene a colación de los comentarios de rechazo vertidos por algunas iglesias en torno al VII Festival Cultural de la Diversidad Sexual, que inició el pasado 16 de agosto con expresiones artísticas de tal calidad como el Dueto Kurag, de Ucrania; la Exposición Plástica Individual de Roberto Bear, vecino de San Luis Potosí; la música Electro & progressive house de DJ Korevishion, Zacatecas; el famoso grupo electro Telefunka, de Guadalajara; en el Teatro para adolescentes y adultos se presentaron obras como El llano de las vírgenes, de Guía Nocturna, Zacatecas; Par de Reyes del Grupo Escénico Spazio, Zacatecas; Dibujitos Desanimados de CONTARTE, Tlaxcala y CITU, de México, D.F. la Compañía de Danza Contemporánea de León presentó Quebrantos; El espectáculo multidisciplinario de ¡El Folk Chou!, de Guadalajara, Jalisco participó con Les Cabaret Capricho y para el cierre se contó con la participación del Rock Pop de The Last Chance, Zacatecas y Rostros Ocultos, de Guadalajara. Excelentes espectáculos que contaron con numerosas audiencias, en los que la sexualidad no fue el tema principal, el arte sí.
El ser humano y su obra. La delgada línea que divide el arte, la vida, la sexualidad y la religión, no deben cruzarse o entrecortarse una con otra. Así como somos libres de elegir la marca de shampoo, la música que deseamos escuchar, el libro que seleccionamos leer, la religión que escogemos seguir; la sexualidad, que forma parte de nuestra vida activa, también es una cosa de elección. Y todos estos factores, aunque se relacionen al interior del individuo, son cosa aparte. A quien ha leído El retrato de Dorian Gray, una de las obras cumbre de la literatura mundial de todos los tiempos, no le interesa que Oscar Wilde haya sido homosexual declarado, y por esa razón fue perseguido y encerrado, pero su obra sigue ahí, sin etiquetas ni tabúes. El arte es cosa aparte, es la expresión que eleva al ser humano, así como la religión nos acerca a Dios (me han dicho).
Escuché cierta vez a una mezzosoprano cantar a toda voz, con gran maestría, acompañada de un talentoso ensamble de cuerdas, el Ave María en la excelente acústica de la iglesia de Santo Domingo. A mí nunca me importó que esa impresionante artista fuera lesbiana, y la iglesia no lanzó un comunicado que impidiera tan cautivadora interpretación. Fue algo propio del ritual correspondiente; la artista, la obra, la iglesia, cumplieron cada quien su cometido, sin lanzarse vituperios ni rechazos. Fue tan mágico… sentí que me acerqué a Dios. En ese momento nadie se puso a pensar en la preferencia sexual de nadie; eso es lo que hace el arte, nos sublima… no nos divide.
Igual pueden decir que no soy buen escritor, todos estamos expuestos a que critiquen nuestra obra, nuestras acciones; pero la crítica debe centrarse en la obra y hacerse en base a conocimiento del tema, no como simple ataque en busca del rechazo. Al César lo que es del César y…
Ah, por si les interesaba saber algunos datos extras de mi vida personal: soy Pepe Rendón, edad suficiente, estado civil: disponible, me gustan las mujeres (casi todas), pero por lo pronto estoy en mi año sabático. Católico mercenario (nomás voy a misa cuando me pagan), y soy polidiestro, o sea que escribo con la derecha, a veces con la zurda y a veces con las patas… pero siempre escribo.


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