viernes, 31 de agosto de 2012

La Tortilla Cuadrada


OSCURIDAD PLUVIOSA

Flashback 1
− ¿Nombre?
− No tengo.
− Mh… te pondré… Juan Dominguez… ¿De dónde vienes?
“De un lugar que no quiero recordar. De una vida que dejó de ser vida. De un pasado que no comprendo y al que no me interesa regresar”.
− Mh… ¿has matado a alguien? No importa, sé que tampoco me vas a contestar eso. Sólo escucha: me vale madre si deseas trabajar en esta mina, incrustada en el fin del mundo, en la lejanía del todo, o nada más buscas dónde esconderte de tus crímenes. No serías el único por estos Lares. Aquí se te pagará por extraer oro, riqueza para el patrón, no por traer problemas. Firma aquí, agarra tu equipo de mina y métete a la oscuridad.
“¿Has matado a alguien? Sí. Pero eso ya no importa”.

Flashback 2
La oscuridad es mi tantra, mi salvación, mi vida. Ermitaño de luz, he olvidado cuándo llegué aquí, cuándo dejé de existir, cuándo la perdí.
Calambres de luz invaden mi nada. Flash: ojos oceánicos. Rebulle mi mente. Flash: sonrisa luminosa. Mis labios recuerdan. Flash: el sabor de su piel esplendorosa. Mi dermis se enchina para sí misma, al saberse en la nada. Flash: el amor era la luz, más que el sexo y la alegría. Flash… Flash. El recuerdo es energía que apaga la oscuridad total.
Hay luz a lo lejos. Una voz capataz la precede.
− ¡Barrenero maldito! Sal de la oscuridad, está mina no es un escondite. Ven para que conozcas a los nuevos dueños.
Flash, tres siluetas se iluminan, avanzan hacia mí en el túnel, ganando paso a la oscuridad. Los veo. Se acercan más. Los reconozco. Me ven.
− Ellos son tus nuevos patrones, barrenero loco.
Ella tiembla de miedo, él de remordimiento, ella suelta una lágrima muda por un recuerdo fantasmal. La oscuridad termina. La luz ya no es la misma.

Flashback 3
Saliste corriendo sin pensar en nada. Aquella noche de llanto pluvioso y bruma sólida. Huiste a toda velocidad por el camino que apenas distinguías, con la fuerza de la ira electrizando tu cuerpo, cargando todo tu peso sobre el pedal del acelerador.
Tu deseo de morir, de ser tragado por la tierra, se debatía con tu cobardía, con tu impotencia. Se escurrieron los minutos entre el vértigo sin encontrar explicación. Tus gafas empañadas, confundidas con la niebla, te impidieron ver a tiempo aquel bulto tambaleante que pasaste por debajo de las ruedas antes de frenar.
Demasiado tarde, El descontrol te llevó a detenerte justo antes del precipicio, "¿Cuántas desgracias faltan para acabar el día? ¿Cuántas puñaladas necesito para llegar al suicidio?".
Arrastraste el cuerpo sin vida pestilente a alcohol y lo subiste a tu Ferrari; le colocaste tus anteojos. Luego los dejaste desplomar en caída libre perdiéndose en la fronda. Esperaste la explosión y hasta que viste consumirse el cadáver, el auto, el fuego… Tu vida.
Pensaste largamente a donde ir sin encontrar respuesta,
No querías regresar, Ella estaba con otro.



DE NÉMESIS CONDENA
Cuenta la leyenda que asesinaron al amor y ahora veneran su recuerdo con ansias locas, le quitaron lentamente la respiración y le vieron ahogarse espaciosamente, mientras le arrebataban la vida, le susurraban, cada uno por su lado,  que era lo mínimo que merecía, y sin embargo, lo máximo que podían ofrecerle,  una muerte tan lenta que pudiera antojarse eterna, le confesaban con los ojos vacíos que tanto le habían amado, que era lo mejor que podían hacer por él, destruirlo con sus manos,  a voluntad, sin prisas, sin pasiones y sin rencores.
Ella esperó incontables lunas para aniquilarlo, no podía presenciar aquello cualquiera, tenía que ser testigo precisamente la enorme  luna de Octubre, ésa infame traidora que cómplice fue del agonizante amor, ésa, que junto con él, se reía a carcajadas al florecer de su ilusión, frívolos e indolentes los dos de la esperanza que anidara su enloquecido corazón.
Él fue paciente para esperar al  quinto  invierno, a ese deseaba restregarle que su amante el amor, a manos de un par de asesinos se extinguió, ardía en deseos por burlarse en su cara ante su inminente aflicción. Entonces le diría: -“Ya ves crudo invierno, que de nada te sirvió, el haberme engatusado con tus gélidos aires esclavizándome ante aquella pasión; el que ríe al último ríe mejor, tus vientos fríos se quedarán del amor vacíos, jamás podrán nuevamente envolver a nadie bajo tu estación”
Insistentes los dos, cada día, fueron envenenando con gotas de olvido a la fuente inagotable que daba vida a aquel amor, más al ver que su luz no  oscurecía, un sepulcro abismal ella le cavó, y hasta ese lugar, con argucias de miel y hiel le dirigió. Una vez que lo supo dentro, la fiesta interna estalló,  entre risas amargas a granel toneladas de olvido le propinó. Más el olvido, al verse a voluntad sometido,  insuficiente se declaró para cubrir el inmenso abismo que con esmero para el amor ella cavó.
Él mientras tanto, al pie de la tumba  yacía a la expectativa, observaba  en su fondo al amor que amenazado iba siendo aplastado por un inmenso olvido… se resolvió con gran coraje  a dar el golpe letal, edificó sobre el sepulcro un colosal mausoleo de indiferencia, que  tampoco alcanzó por completo al amor devastar, ella entonces sembró un jardín de desilusiones alrededor, éstas echaron raíces  y el tiempo pasó,  ensombrecida día a día  lucía la llama de aquel lacerado amor, en el siguiente otoño el amor murió. 
La musa del amor, que atónita la masacre había contemplado,  había acogido con infinita ternura envuelta en un profundo dolor a la esencia de su creador, había custodiado incansable al alma que bajo aquel mausoleo dormía, con sus lágrimas había logrado conmover a Némesis en los cielos, la luna se había hechizado con la pureza de su ser y su enorme belleza. Queriendo aliviar la tristeza de aquella musa, y apaciguar la cólera divina que Némesis contenía, juró que  con sus encantos, en el verano siguiente, para ellas a los homicidas  atraería. 
Llegó el verano y  al panteón la criminal acudió,  la fúnebre tarde ante sus ojos develó  la obscuridad como único testigo de que ahí descansaban los vestigios de aquel poderoso amor. Se reconoció como la homicida y su corazón en sequía perenne se regocijó.  En ese momento, él, el otro criminal en el lugar se apareció, iba a llevarle un par de nardos al extinto amor, así lavaría las culpas que enquistadas tenía por aquel asesinato en el pasado con saña trastornada  perpetuó.
Ellos cruzaron sus miradas vacías y al momento, la venganza de Némesis estalló, despertó de la tumba al alma dormida e inmediatamente de aquellos corazones se posesionó, de golpe, la musa del amor  los cubrió de hermosas memorias que guardaba en su interior. Abruptamente, se despertó para ambos la impetuosa añoranza de revivir aquel amor exterminado, de darle vida al muerto pasado, pero la condena por aquel pecado Némesis ya  había proclamado. Por el recuerdo de aquel amor esas almas purgarían por incontables lunas un olvido inacabado.
Desde entonces, el alma de un amor asesinado vaga  impasible a lo largo de los tiempos, causando estragos, aletargando deseos, postergando para la eternidad la culminación de aquel poderoso amor, que un día les diera el soplo de luz que animara a la vida y la muerte de aquellos dos.
Se cuenta que la misma condena purgan, todos aquellos amantes que por una razón u otra, intentan heridos, decepcionados u obligados, ahogar las llamas que han nacido de un intenso amor.

Flor de María Rubio Ibarra




 POESÍA




bandullos



Sinfonías de gritos temen a la noche
blasfemos / no-creyentes / inquietos / asesinos
pasean sus vientres mudos al filo de una facha


lloran visiblemente


huyen para siempre de su enjambre de notas
jerarquizan penas
                                  rediseñan vidas


está dicho
pecadores y vírgenes soslayan profecías
arrojan la piel en precarios futuros


así                      y sólo así


podremos tener obscuridad
y vino
          y sexo
                    y 10 pecados más


Fructuoso Lee Terato


  



LUNA MENSAJERA

Hermosa e imponente, colosal e indiferente,
dueña de mil emociones,
cómplice  de intensas pasiones,
musa de sueños rotos, de intensos amores locos.

Fuente de momentos que profundizan nostalgias,
de embriagadas alegrías nocturnas
y de milenarias confidencias taciturnas

Amiga perenne de la soledad y de los tiempos,
testigo eterna del suspirar del alma
noctámbula de los vientos.

Luminaria  de finas arenas claro/obscuras,
de fértiles  tierras  campiranas,
de musas  viejas y tempranas.

El magnetismo de tu belleza soberbia
enferma a los sueños de esperanza y de tristeza.

Enamorada inmortal del alma terrena,
del líquido de cristal que se amalgama en la arena.

Amante Narcisa del mar que tu alma refleja,
modelo abierta que con esmero viste el poeta.

A contemplarte detienes al mundo
para volverte cómplice mensajera del amor,
de las pasiones mortales,
de la grandeza de Dios.

Flor de María Rubio Ibarra
Alas de Brisa

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