OSCURIDAD PLUVIOSA
Flashback
1
− ¿Nombre?
−
No tengo.
− Mh… te
pondré… Juan Dominguez… ¿De
dónde vienes?
“De
un lugar que no quiero recordar. De una vida que dejó de ser vida. De un pasado
que no comprendo y al que no me interesa regresar”.
−
Mh… ¿has matado a alguien? No importa, sé que tampoco me vas a contestar eso.
Sólo escucha: me vale madre si deseas trabajar en esta mina, incrustada en el
fin del mundo, en la lejanía del todo, o nada más buscas dónde esconderte de
tus crímenes. No serías el único por estos Lares. Aquí se te pagará por extraer
oro, riqueza para el patrón, no por traer problemas. Firma aquí, agarra tu
equipo de mina y métete a la oscuridad.
“¿Has
matado a alguien? Sí. Pero eso ya no importa”.
Flashback
2
La oscuridad es mi tantra, mi salvación, mi vida.
Ermitaño de luz, he olvidado cuándo llegué aquí, cuándo dejé de existir, cuándo
la perdí.
Calambres de luz invaden mi nada. Flash: ojos
oceánicos. Rebulle mi mente. Flash: sonrisa luminosa. Mis labios recuerdan.
Flash: el sabor de su piel esplendorosa. Mi dermis se enchina para sí misma, al
saberse en la nada. Flash: el amor era la luz, más que el sexo y la alegría.
Flash… Flash. El recuerdo es energía que apaga la oscuridad total.
Hay luz a lo lejos. Una voz capataz la precede.
−
¡Barrenero maldito! Sal de la oscuridad, está mina no es un escondite. Ven para
que conozcas a los nuevos dueños.
Flash,
tres siluetas se iluminan, avanzan hacia mí en el túnel, ganando paso a la
oscuridad. Los veo. Se acercan más. Los reconozco. Me ven.
−
Ellos son tus nuevos patrones, barrenero loco.
Ella tiembla de miedo, él de remordimiento, ella
suelta una lágrima muda por un recuerdo fantasmal. La oscuridad termina. La luz
ya no es la misma.
Flashback
3
Saliste
corriendo sin pensar en nada. Aquella noche de llanto pluvioso y bruma sólida.
Huiste a toda velocidad por el camino que apenas distinguías, con la fuerza de
la ira electrizando tu cuerpo, cargando todo tu peso sobre el pedal del
acelerador.
Tu
deseo de morir, de ser tragado por la tierra, se debatía con tu cobardía, con
tu impotencia. Se escurrieron los minutos entre el vértigo sin encontrar
explicación. Tus gafas empañadas, confundidas con la niebla, te impidieron ver
a tiempo aquel bulto tambaleante que pasaste por debajo de las ruedas antes de
frenar.
Demasiado
tarde, El descontrol te llevó a detenerte justo antes del precipicio,
"¿Cuántas desgracias faltan para acabar el día? ¿Cuántas puñaladas
necesito para llegar al suicidio?".
Arrastraste
el cuerpo sin vida pestilente a alcohol y lo subiste a tu Ferrari; le colocaste
tus anteojos. Luego los dejaste desplomar en caída libre perdiéndose en la
fronda. Esperaste la explosión y hasta que viste consumirse el cadáver, el
auto, el fuego… Tu vida.
Pensaste
largamente a donde ir sin encontrar respuesta,
No
querías regresar, Ella estaba con otro.
DE NÉMESIS CONDENA
Cuenta
la leyenda que asesinaron al amor y ahora veneran su recuerdo con ansias locas,
le quitaron lentamente la respiración y le vieron ahogarse espaciosamente,
mientras le arrebataban la vida, le susurraban, cada uno por su lado, que era lo mínimo que merecía, y sin embargo,
lo máximo que podían ofrecerle, una
muerte tan lenta que pudiera antojarse eterna, le confesaban con los ojos
vacíos que tanto le habían amado, que era lo mejor que podían hacer por él,
destruirlo con sus manos, a voluntad,
sin prisas, sin pasiones y sin rencores.
Ella esperó incontables lunas para aniquilarlo, no podía
presenciar aquello cualquiera, tenía que ser testigo precisamente la
enorme luna de Octubre, ésa infame
traidora que cómplice fue del agonizante amor, ésa, que junto con él, se reía a
carcajadas al florecer de su ilusión, frívolos e indolentes los dos de la
esperanza que anidara su enloquecido corazón.
Él fue paciente para esperar al quinto
invierno, a ese deseaba restregarle que su amante el amor, a manos de un
par de asesinos se extinguió, ardía en deseos por burlarse en su cara ante su
inminente aflicción. Entonces le diría: -“Ya ves crudo invierno, que de nada te
sirvió, el haberme engatusado con tus gélidos aires esclavizándome ante aquella
pasión; el que ríe al último ríe mejor, tus vientos fríos se quedarán del amor
vacíos, jamás podrán nuevamente envolver a nadie bajo tu estación”
Insistentes los dos, cada día, fueron envenenando con gotas
de olvido a la fuente inagotable que daba vida a aquel amor, más al ver que su
luz no oscurecía, un sepulcro abismal
ella le cavó, y hasta ese lugar, con argucias de miel y hiel le dirigió. Una
vez que lo supo dentro, la fiesta interna estalló, entre risas amargas a granel toneladas de
olvido le propinó. Más el olvido, al verse a voluntad sometido, insuficiente se declaró para cubrir el
inmenso abismo que con esmero para el amor ella cavó.
Él mientras tanto, al pie de la tumba yacía a la expectativa, observaba en su fondo al amor que amenazado iba siendo
aplastado por un inmenso olvido… se resolvió con gran coraje a dar el golpe letal, edificó sobre el
sepulcro un colosal mausoleo de indiferencia, que tampoco alcanzó por completo al amor
devastar, ella entonces sembró un jardín de desilusiones alrededor, éstas echaron
raíces y el tiempo pasó, ensombrecida día a día lucía la llama de aquel lacerado amor, en el
siguiente otoño el amor murió.
La musa del amor, que atónita la masacre había
contemplado, había acogido con infinita
ternura envuelta en un profundo dolor a la esencia de su creador, había
custodiado incansable al alma que bajo aquel mausoleo dormía, con sus lágrimas
había logrado conmover a Némesis en los cielos, la luna se había hechizado con
la pureza de su ser y su enorme belleza. Queriendo aliviar la tristeza de
aquella musa, y apaciguar la cólera divina que Némesis contenía, juró que con sus encantos, en el verano siguiente,
para ellas a los homicidas atraería.
Llegó el verano y al
panteón la criminal acudió, la fúnebre
tarde ante sus ojos develó la obscuridad
como único testigo de que ahí descansaban los vestigios de aquel poderoso amor.
Se reconoció como la homicida y su corazón en sequía perenne se regocijó. En ese momento, él, el otro criminal en el
lugar se apareció, iba a llevarle un par de nardos al extinto amor, así lavaría
las culpas que enquistadas tenía por aquel asesinato en el pasado con saña
trastornada perpetuó.
Ellos cruzaron sus miradas vacías y al momento, la venganza
de Némesis estalló, despertó de la tumba al alma dormida e inmediatamente de
aquellos corazones se posesionó, de golpe, la musa del amor los cubrió de hermosas memorias que guardaba
en su interior. Abruptamente, se despertó para ambos la impetuosa añoranza de
revivir aquel amor exterminado, de darle vida al muerto pasado, pero la condena
por aquel pecado Némesis ya había
proclamado. Por el recuerdo de aquel amor esas almas purgarían por incontables
lunas un olvido inacabado.
Desde entonces, el alma de un amor asesinado vaga impasible a lo largo de los tiempos, causando
estragos, aletargando deseos, postergando para la eternidad la culminación de
aquel poderoso amor, que un día les diera el soplo de luz que animara a la vida
y la muerte de aquellos dos.
Se cuenta que la misma condena purgan, todos aquellos amantes
que por una razón u otra, intentan heridos, decepcionados u obligados, ahogar
las llamas que han nacido de un intenso amor.
Flor de María Rubio
Ibarra
POESÍA
bandullos
Sinfonías de gritos
temen a la noche
blasfemos /
no-creyentes / inquietos / asesinos
pasean sus vientres
mudos al filo de una facha
lloran visiblemente
huyen para siempre de
su enjambre de notas
jerarquizan penas
rediseñan
vidas
está dicho
pecadores y vírgenes soslayan
profecías
arrojan la piel en
precarios futuros
así y sólo así
podremos tener
obscuridad
y vino
y sexo
y 10 pecados más
LUNA MENSAJERA
Hermosa e imponente, colosal e
indiferente,
dueña de mil emociones,
cómplice de intensas pasiones,
musa de sueños rotos, de intensos
amores locos.
Fuente de momentos que profundizan
nostalgias,
de embriagadas alegrías nocturnas
y de milenarias confidencias
taciturnas
Amiga perenne de la soledad y de los
tiempos,
testigo eterna del suspirar del alma
noctámbula de los vientos.
Luminaria de finas arenas claro/obscuras,
de fértiles tierras
campiranas,
de musas viejas y tempranas.
El magnetismo de tu belleza soberbia
enferma a los sueños de esperanza y de
tristeza.
Enamorada inmortal del alma terrena,
del líquido de cristal que se amalgama
en la arena.
Amante Narcisa del mar que tu alma
refleja,
modelo abierta que con esmero viste el
poeta.
A contemplarte detienes al mundo
para volverte cómplice mensajera del amor,
de las pasiones mortales,
de
la grandeza de Dios.
Flor de María Rubio Ibarra
Alas de Brisa
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