De
Pepito
El marido llega a casa sin avisar, y
la esposa tiene que esconder a su amante, así que lo mete en el armario. Una
vez allí, el sancho se queda de piedra cuando oye una voz a su lado que le
dice:
— Esta oscuro esto, eh?
Y entonces se da cuenta de que es
Pepito, el hijo, que estaba escondido en el armario mirando mientras echaba el
acostón con la madre.
— Cállate...
— Creo que voy a
estornudar.
— No, por favor...
— Me darás un poco de
dinero?
— Si, toma mil pesos, pero
cállate.
— Oye, de verdad que tengo
unas ganas enormes de estornudar.
— Uy que Pepito, anda toma
la cartera...
— Sale, ya se me han
pasado las ganas.
Total, que Pepito se compra una
bicicleta esa misma tarde. Su madre se encabrita, claro, pero como el niño no
suelta prenda, le manda a que vaya a confesarse. Obviamente, Pepito no está
demasiado acostumbrado a los confesionarios, así que cuando le llega su turno,
lo primero que hace es decir:
— Esta oscuro esto,
¿eh?
— Pepito, no empieces otra
vez.
En la clase de Español la maestra le
pregunta a Pepito:
— Pepito, en la oración:
"María está disfrutando"... ¿Dónde está el sujeto?
— Muy fácil maestra, ¡Pues
encima de ella!
Pepito a su madre embarazada:
— A los tres meses: Oye mamá,
¿Por qué tienes la barriga hinchada?
Su mamá: (sin saber como explicar lo
del sexo) No te preocupes hijo, es sólo un aire que tengo atravesado en el
estómago.
Pepito, no convencido se larga de
allí.
A los seis meses:
— Mamá, ¿por qué te está creciendo más la
barriga?
Su mamá: por la misma razón que te
dije antes hijo, son aires estomacales.
Jaimito definitivamente no cree en
ese cuento pero se va.
— A los nueve meses: ¿Y ahora
que te pasó?
Su mamá: Ya te dicho antes la razón,
pero ya hoy se solucionará.
Luego del parto de la madre, Pepito
entra a la enfermería a conocer a su nuevo hermanito, lo ve y dice:
— ¡Hola, pedo!
La maestra pregunta a Pepito
— ¿Como mato David a Goliat?
— Con una moto
— ¿Como con una moto? Será con una honda
— ¡Ahhh! Pero ¿quería usted la marca?
Pepito recibió un loro por su
cumpleaños; ya era un loro adulto, con una muy mala actitud y vocabulario. Cada
palabra que decía estaba adornada por alguna palabrota, así como siempre de muy
mal genio.
Pepito trató desde el primer día de
corregir la actitud del loro, diciéndole palabras bondadosas y con mucha
educación, le ponía música suave y siempre lo trataba con mucho cariño.
Llegó un día en que Pepito perdió la
paciencia y gritó al loro, el cual se puso más grosero aun, hasta que en un
momento de desesperación, Pepito puso al loro en el congelador.
Por un par de minutos aún pudo
escuchar los gritos del loro y el revuelo que causaba en el compartimento,
hasta que de pronto todo fue silencio.
Luego de un rato, Pepito arrepentido
y temeroso de haber matado al loro, rápidamente abrió la puerta del congelador.
El loro salió y con mucha calma dio un paso al hombro de Pepito y dijo:
— Siento mucho haberte ofendido con mi lenguaje
y actitud. Te pido me disculpes y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi
comportamiento.
Pepito estaba muy sorprendido del
tremendo cambio en la actitud del loro y estaba a punto de preguntarle que es
lo que lo había hecho cambiar de esa manera, cuando el loro continuó:
— Te puedo preguntar… ¿que fue lo que hizo el
pollo?
Esta era una tortuguita que se subía
a un árbol, se asomaba a una rama, y luego se tiraba de cabeza al suelo.
La pobre tortuguita se hacía mierda en el suelo, pero se levantaba, limpiaba su caparazón y volvía al intento, se subía al árbol iba a la rama y se lanzaba, para sacarse nuevamente cresta y media.
Así siguió la pobre tortuguita durante mucho rato, y un par de palomas que la miraba con aire ‘paternal’ se dicen:
La pobre tortuguita se hacía mierda en el suelo, pero se levantaba, limpiaba su caparazón y volvía al intento, se subía al árbol iba a la rama y se lanzaba, para sacarse nuevamente cresta y media.
Así siguió la pobre tortuguita durante mucho rato, y un par de palomas que la miraba con aire ‘paternal’ se dicen:
— Oye querido, ¿y si le decimos que es
adoptada?
Humor con moraleja
Un perro
se pierde de su amo y
comienza a vagar por la selva.
En eso
ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda carrera.
Al ver
que la pantera sin duda se lo va a comer, piensa rápido qué hacer.
Ve un
montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos.
Entonces,
cuando la pantera está a punto de atacarlo, el perrito dice en voz alta
— ¡Ah!
¡Qué rica pantera me acabo de comer!
La
pantera lo alcanza a escuchar y frenando en seco, gira y sale despavorida
pensando:
“Quien
sabe que animal será ese, no me vaya a comer a mí también”
Un mono
que estaba trepado en un árbol cercano, que había visto y oído la escena, sale
corriendo tras la pantera para contarle como la engañó el perrito.
— Cómo
serás de estúpida, esos huesos ya estaban ahí, además es un simple perro.
El
perrito alcanza a escuchar al mono
Después que
el mono le cuenta la historia de lo que vio, la pantera, muy molesta, le dice
al mono:
— Súbete a mi espalda, vamos donde ese perro a ver quién se come a quién.
— Súbete a mi espalda, vamos donde ese perro a ver quién se come a quién.
Y salen
corriendo a buscar al perrito.
El
perrito ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera y esta vez con el mono
alcahuete.
¿Y ahora
que hago?, piensa asustado el perrito.
Entonces,
en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda como si no los hubiera visto, y cuando la pantera está
a punto de atacarlo de nuevo, el perrito grita:
— Mono
hijo de *&#$”!, hace media hora que lo mandé a traerme otra pantera, y aun
no aparece...!
MORALEJA:
Procura
ser tan imaginativo como el perro.
Evita
ser tan estúpido como la pantera.
Pero
nunca tan hijo de *&#$” como el alcahuete del mono.
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