lunes, 18 de junio de 2012

cronósfera


Diecisiete cincuenta



En estos tiempos veraniegos, de secas, con el sol cenital y la capa de ozono disminuida, “pega duro la calor” (como dirían algunos) en el colonial y patrimoniado mundialmente centro histórico zacatecano. Y es en esta región de la cantera en muros, pedrería planiforme en los pisos de calles y banquetas, y plata en las joyerías y tiendas de artesanías, donde es difícil encontrar algún recipiente que contenga un refrescante líquido que mitigue el incremento en la temperatura corporal… no hay muchos lugares donde comprar un chesco, pues.
Un turista -que por ciertos ademanes típicos y el tonito al hablar se dedujo que era procedente del DF- buscaba tal brebaje frígido embotellado para trasladar su temperatura a un estado más sosegado, entró a una tienda de conveniencia -¿nombradas así porque todo lo venden a un precio que les “conviene” a los dueños?- llamada Extra, ubicada en Av. Hidalgo, justo frente a la entrada a las oficinas estatales de Turismo, y del refrigerador sacó una botella plastificada que en su etiqueta decía: Bonafont con jugo de manzana, presentación de 1.5 litro, y al sólo cogerla sintió alivio corpóreo; acercó el elixir cura-calores a la caja y un hombre de azul lo tomó y le pasó el scanner del código de barras por una de las partes de la botella… y dijo:
— Diecisiete cincuenta.
— ¿Cómo? -Dijo el chilango con un tonito que lo delató como fuereño.
— Diecisiete cincuenta. -Repitió el encachuchado dependiente.
­— ¿No está cara? –reclamó alargando la última “a” de su pregunta al estilo defeño.
— eso cuestan. –respondió el de azul, volteando a ver la pantalla de la caja registradora, que esperaba el pago.
— ¿no hay otra tienda cercaaa? Preguntó el comprador capitalino, que ahora se sentía frío, pero por que le cobraban demasiado por una botella con agua.
— No… es la única en el centro.
El chilaquil acalorado sacó un billete de veinte y lo puso en el mostrador.
— ¿desea redondear? Preguntó el dependiente de forma automática.
— A tu hermana.
Sí, era chilango.
Al caminar por las banquetas de roca ígnea, el turista se encontró con Mamá Lucha y le preguntó:
— No le parece cara esta botella de agua manzaneada a $ 17.50?
— Carísima hijo –dijo el ama de casa experta en precios- en el Ocso, que son careros, cuestan a 15 pesos… y en Aullarás el agua Bonafont con jugo de manzana, presentación de 1.5 litro, la tenemos a sólo $ 9.90, más barata que en Chorriana.
— ¿No sabe dónde quedan las oficinas de la Procuraduría del Consumidor? -Dijo el defeño.
— No, hijo, pero sé donde queda Aullarás…
El oriundo de la ciudad más grande del mundo se fue diciendo “Deberían hacer algo las autoridades… por detalles como este, no le quedan ganas a uno de regresar a esta ciudad…. ¡Rateros!”
Mientras daba un trago a su Bonafont con sabor a fruta prohibida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario