lunes, 18 de junio de 2012


EL JUICIO DE LA MIRADA

Fue el juicio más largo que recuerden los miembros de aquel jurado. Se acusaba a la Mirada de alta traición, se juzgaba todo el hecho por entero, se descomponía y recomponía la historia buscando una sentencia que diera sosiego al Alma afectada, entonces, pasó a testificar la primera fracción de la parte dañada, llamada por el abogado Corazón, iba a dar cuenta, en favor de la defensa en calidad de testigo presencial, así, en una suerte de jaloneo interior, se internó hasta lo más profundo de su desintegrado ser y narró:
- La brisa de esta mañana justamente ha logrado transportarme en el tiempo hacia algunos ayeres, serranos y andantes, y…-suspiró nostálgicamente para proseguir- se ha impregnado mi memoria de aquella mirada, si… de aquellos ojos que en su fondo descubrían el regocijo inmenso de un corazón, que  destilaban un mar de ternura, una incredulidad emocionada que ventilaba una suerte de sentimientos que rayaban en la devoción hacia la prenda amada…  Esa mirada, que llena de ilusión abanderaba una felicidad desconocida… Una luz que resplandecía a través de una cómplice sonrisa, respirábase en el ambiente una plegaria que imploraba en silencio al Señor tiempo eternizarse en aquellos momentos, parecía que con frenesí pactaban en sus adentros el alma, el corazón, el deseo y la ilusión, que comprometíanse todos al tiempo, sin reservas y por unanimidad el estacionarse en ese sentir por siempre, y si…, esa era la promesa que se construía… con esa necesidad de entrega para aquel amor. Y he de aclarar, que esa mirada, lucía extraordinariamente transparente, sus ropajes eran ausentes, yacía desnuda ventilando sin defensas un alma enamorada, por eso podía verse con claridad cuanto acontecía al fondo de aquella contemplación infinitamente dulce… el ojo de la personalidad hallábase sucumbido sin voluntad ante el de la esencia del ser que destilaba el más puro amor.
La Mirada, estaba atónita al saberse tan amplia y certeramente descrita, le dejó sin aliento el saberse así concebida, ni ella misma habría podido dimensionarse con tal precisión, esa fracción de alma verdaderamente estuvo ahí, en aquellos ayeres lejanos que ahora se hacían presentes.
 Bajó del estrado destilando una atmósfera de fe para la acusada.
Fue llamada a comparecer por la fiscalía de la razón la segunda fracción del Alma afectada, quien denotaba una estela de indiferencia aun antes de pronunciar palabra, así, se aprontó con aplomo y dijo:
- De esa mirada, no debemos olvidar que el ojo de la personalidad ha sido quien ha dominado su actuar, que ha sabido fulminar con cruel indiferencia, que antes fue proyectada para burlarse de otros sentimientos que iban tras de sí, que muchas veces ha sido dura, esquiva e impenetrante. Que su fondo ha sido negro porque ha estado… Vacía, esa es la palabra, carente de sentimiento alguno que fuera capaz de ennoblecerle. 
El abogado Corazón, pronto a su defensa preguntó entonces:
- ¿Fue usted fracción del Alma, vista así alguna vez por la acusada?, o mejor aún, ¿existe en la sala alguna fracción del alma que así haya sido violentada?
El silencio reinó en aquella asamblea y finalmente, la segunda fracción del Alma que permanecía en el estrado respondió:
- No, jamás así para conmigo fue, pero si con otros seres que su cariño le prodigaron… finalmente  si no se ha de tomar en cuenta es lo que he dicho para develar el otro lado de su mirar, lo que si debe pesar sobre su condena es que esa luz de que se ha hablado, terminó por dejar en tinieblas un sendero que antes juró iluminar, que ese mirar resplandeciente se diluyó en la distancia, se ocultó en los abismos del tiempo, no se debe olvidar que dejó tras de sí una cruenta confusión. Es necesario que se tome en cuenta que carga sobre su conciencia una destrucción, un suicidio perpetrado por haber abandonado a las sombras de la cobardía de su corazón, y de la sensatez de su razón a aquella prenda de amor.
La autoridad que para el evento eran la conciencia convertida en juez y la esencia del Alma,  armaban su propio rompecabezas, a lo largo de incontables días y noches estuvieron escuchando diferentes versiones del corazón y de la razón.
Una vez concluido el juicio, el jurado pudo pensar con claridad:
Esa mirada… que ante el tiempo y la distancia, ante el olvido y la desesperanza, después de todo, defendía con su verdad una historia bifurcada en la sensatez y la cobardía, en la locura y la invención, en un sendero sin rumbo y sin destino, esa mirada, sublime, por su naturaleza indestructible, argumentaba en su defensa que no hablaba con voz  humana, sino, con la esencia del corazón, con destellos del amor divino y así, solo a ella, libre de la perversidad que le rodeaba con tantos actos, decidieron otorgarle en su veredicto una sentencia justa y el esperado perdón.
Había quedado la mirada, ante los ojos de la audiencia como la gran responsable de los nexos existentes entre la verdad y la mentira, entre lo real y lo imaginario, entre la esperanza y la desilusión.
A punto de dictar sentencia estaba el jurado, cuando de pronto, en la gran sala el Alma Entera irrumpió, su fraccionado ser no estaba más resquebrajado, en una pieza, magníficamente unificada y brillante, se plantó con delicadeza ante los presentes, miró a su alrededor con temple suave, la atmósfera se cubrió de alegría al impregnarse de aquella presencia que destilaba Luz Interior, se cimbró una paz antes desconocida en aquel estrado. El Alma, ahora extraordinariamente recuperada habló:
- Amable jurado, no deben desgastar más sus defensas, ni siquiera ya dictar sentencia,  deben darse cuenta, que en el pecado se lleva la penitencia, y que no son ustedes ya, más  jueces para aquella infortunada Mirada juzgar.
Dense cuenta que el daño ha sanado, que de Alegría, de Verdad y Amor estoy ahora  compuesta, deben ver ahora, con sus ojos de la esencia, lo coartado que luce ahora la acusada Mirada, que con el tiempo y la distancia se ha vuelto nada, ha perdido su fuerza, ha escondido su ilusión añeja, se alimenta ahora de ensueños y fantasías en los que busca recuperar aquella promesa del sentir por siempre, siéntanla por favor, ahora que al ahogar su propia luz se encuentra ella en tinieblas, en espera de que el Alma que en ella despertó el más puro amor, le regrese, de cuando un cuando, un rayito de ilusión. -
En el acto, el jurado,  la audiencia y los abogados callaron, al sonido de aquel silencio todos se evaporaron, cesaron aquellas voces de causar ecos en la conciencia, la luz del Alma resplandeciente le había  iluminado, se dio  cuenta que su Alma, había por entero ya sanado.

Moraleja:
Jamás permitas que por la cobardía del corazón, se pierda la luz de una mirada que guía y guarda la esencia que cubre al Alma.
 Flor de María Rubio Ibarra
Alas de Brisa.

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