La vida empieza a los 30, dicen… o a los 40, o según la edad que tengamos. Esta aseveración carente de fundamento médico, podríamos decir que está mal empleada. La vida empieza cuando se forma el cigoto… cuando somos expelidos de la placenta… lo demás, a partir de ese momento, es envejecer. Entonces la frase correcta, en este tenor, sería, nuestro cuerpo empieza a envejecer a los 30, etapa de nuestra vida en la que si bien estamos ante los mayores logros, empiezan algunos “achaques” que nos demuestran que ya no somos los mismos.
De acuerdo con un estudio en Norteamérica, la capacidad de razonamiento, la velocidad de pensamiento y la visualización espacial comienzan a “envejecer” cerca de los 30 años.
Expertos neurocientíficos, encabezados por el profesor Timothy Salthouse, llegaron a la conclusión de que las habilidades mentales de las personas alcanzan su nivel máximo a los 22 años y después de ello comienza un declive que hay que tratar antes que el hombre llegue a la etapa de jubilación.
Este problema se traduce en una disminución, respecto al rendimiento anterior de las competencias mentales y que es debido a la involución biológica propia de la vejez o a un trastorno patológico como el Alzheimer.
El trabajar más de 40 horas a la semana acelera este proceso en las personas de mediana edad, la diabetes mal cuidada, incluso hasta el estar desempleado afecta de igual manera el deterioro de nuestro organismo.
Los resultados del estudio de Salthouse arrojaron que la media de edad a la que se alcanzaron los mejores resultados fue quienes estaban entrando a los 20 y la primera edad a la que los resultados empezaron a declinar a finales de los 30.
Si bien el mayor potencial de evocación puede determinarse a los 20, eso no significa que la persona tenga a esa edad el máximo potencial de capacidades, de inteligencia o de productividad. A partir de los 25 a 30 años de edad que comenzarán los años más productivos del ser humano, y esta etapa se prolongará por 15 o 20 años más, dependiendo de lo que hagamos o dejemos de hacer para potenciar nuestras capacidades de la inteligencia, de los cuidados tengamos con nuestra alimentación, con nuestro físico, con nuestros estados anímicos.
Por nuestro aspecto físico, los primeros signos de "envejecimiento" comienzan alrededor los treinta años; se evidencian exteriormente por la aparición de las primeras canas, o la acentuación de las entradas o la caída del cabello, o las arrugas en la piel.
En nuestro interior, se afirma que después de los 50 "uno es tan joven como lo es la salud de sus arterias". Es decir que envejecemos cuando nuestras arterias comienzan a envejecer, lo cual implica el deterioro celular general y el comienzo de una lucha contra lo que está determinado genéticamente y hormonalmente. Esto se cuida controlando los conocidos factores de riesgo cardiovascular.
En la práctica, empezamos a envejecer cuando nos comienzan a decir: "que bien que estás"... y desde un punto de vista real, envejecemos al comenzar a sentir esa dificultad en evocar los nombres con la facilidad que lo hacíamos en la temprana juventud.
Diría el poeta: envejecemos cuando permitimos que el niño que todos llevamos dentro, comience a morirse poco a poco. En un sentido figurativo, empezamos a envejecer cuando matamos la esperanza, cuando dejamos de sonreír, de soñar o de hacer proyectos, cuando dejamos de hacer el esfuerzo por hallar lo bello en todo lo que nos rodea.
El deterioro mental se debe tratar lo más pronto posible en la vida del hombre para que los daños sean mínimos. Para ello se puede recurrir al ejercicio aeróbico, el consumir vitamina D o el ser bilingüe.
Algunos hábitos que aparentemente carecen de relación con el cerebro, como la higiene bucal y hacer ejercicio, pueden contribuir a mejorar el rendimiento de la memoria
La publicación electrónica especializada en salud Health.com recomienda algunos hábitos para conservar la memoria al superar los treinta, cuarenta y cincuenta años, respectivamente:
A los 30 años. Lávate los dientes con hilo dental diario. "La placa que se oculta entre los dientes puede causar una reacción inmune que bloquee las arterias e impida que al cerebro lleguen, por conducto de la sangre, los nutrientes necesarios para tener un desempeño máximo", asegura el doctor Michael Roizen, especialista de la Clínica de Cleveland, Ohio, EUA.
Intenta escuchar y aprender un nuevo idioma en tanto te ejercitas, o trata de resolver un crucigrama mientras utilizas una bicicleta fija. Análisis científicos sugieren que ejercitar las células del cuerpo y del cerebro al mismo tiempo revitaliza las neuronas. Si prefieres no hacer ambas cosas a la vez, puedes resolver un crucigrama justo después de hacer ejercicio, mientras tu cerebro mantiene la energía.
Ve a pescar. Mirar el mar tiene efectos positivos en el cerebro y consumir pescado, especialmente aquellas especies que son ricas en Omega 3, como el salmón, es bueno para la actividad mental y para conservar la memoria. Altas concentraciones de Omega 3 se relacionan con una menor incidencia de Alzheimer y depresión.
A los 40 años. Practica juegos que retención mental. Al tratar de resolver problemas de orden espacial por medio de estrategias se ejercita la mente. Juegos como el Cubo de Rubik tienen la virtud de incrementar el funcionamiento de la memoria al requerirla.
Haz ejercicio. Elevar tres veces a la semana durante al menos 20 minutos el pulso cardíaco incrementa la oxigenación del cerebro y ayuda a que crezcan nuevas neuronas. "El ejercicio aeróbico es tan efectivo como cualquier entrenamiento cerebral conocido", asegura el doctor Sam Wang, neurocientífico de la Uiversidad de Princeton.
A los 50 años. Emplea las puntas de los dedos. A decir de Maoshing Ni, especialista en medicina contra el envejecimiento, la actividad de las puntas de los dedos favorece la circulación sanguínea y propicia una mayor llegada de nutrientes al cerebro. Utilizar palillos para comer, escribir con una pluma o sencillamente jugar con un lápiz son actividades que conllevan dichos beneficios.
Practica juegos electrónicos. Los videojuegos, al igual que aprender nuevas actividades, ejercitan el cerebro y mejoran el funcionamiento de la memoria, indica el neuropsicólogo Reon Baird, doctor del Centro Médico Memorial de Long Beach.
Cuida el uso de somníferos. Algunas pastillas para dormir producen daños en la comunicación entre las células nerviosas. Si tienes insomnio y empleas este tipo de píldoras, hazlo bajo supervisión médica o prueba otro tipo de terapias, como las cognitivas y las de relajación.
Si bien nuestro cuerpo se deteriora a partir de los 30 años (más o menos) nuestras habilidades adquiridas por la experiencia nos pueden ayudar a mantener esa vitalidad que nos haga sentir tan “muchachos” como aquellos días.
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