domingo, 23 de octubre de 2011

El Libro de Cristal


2012: año de la buena imagen.

Luego de arrasar en las pasadas elecciones para gobernar el Estado de México, donde Eruviel Ávila resultara amplio triunfador, el PRI siente (y así lo dicen las pre-encuestas) una gran seguridad de ganar las elecciones del 2012 con Enrique Peña Nieto a la cabeza.
Pero, cabe hacer una gran observación, tal vez mercadológica o propagandística, de que tanto en edomex como en lo que se prevé suceda el próximo año, más que los candidatos, se está vendiendo la imagen. El público en general -léase posibles votantes- ya se hartó de las clásicas campañas de años anteriores y no se cree los antiguos rollos fraseológicos que no solucionan nada, como: Todos unidos por México, Vamos adelante, Por un mejor país, Progreso para todos etc.
Haciendo historia, en el 2000 la máxima motivación para votar por Vicente Fox y el PAN, era sólo una: ¡que salga el PRI de Los Pinos, porque ya tiene ahí 70 años! Eso convenció a millones, pero no hubo propuesta definida de gobierno.
Después, en el 2006, empezó una competencia (o guerra) donde el PRI quedó a la deriva, porque su candidato no tenía una buena imagen. Compitieron PAN y PRD en una contienda donde ni la propuesta ni la imagen de los candidatos importaron en gran manera.
Para 2012 la competencia se dará en la imagen del candidato y las buenas ideas, afectando en forma negativa la desunión interna de los partidos y a quien lance ataques al otro bando como mera estrategia (para eso dejarán el camino libre a la Internet, en las entretelas del anonimato).
Para el siguiente proceso electoral no ganará el que saque a la luz los problemas y el mal funcionamiento de uno u otro gobierno, eso ya cualquier medio lo dice. Hoy gana el que pone sobre la mesa ideas concretas que se compromete a realizar.
Las mejores propuestas serán las que hagan sentir a los electores que el líder sabe a dónde quiere llegar, que va a lo seguro. Pero la imagen, para este 2012, jugará un papel muy importante.
Ya empezamos a ver cambios en algunas estrategias -básicamente “El Peje” quien fue reconocido por mucho tiempo como político rijoso, oclócrata, manipulador del poder- ahora, Andrés Manuel López Obrador hace a un lado el enfrentamiento y aclara que no está en contra de los empresarios, únicamente de la corrupción y todos los males que aquejan a México. Su imagen, en la precampaña por la candidatura de su partido, está cambiando.
El 2012 no está decidido (aún). Es claro que el partido que no tenga un buen candidato y una buena campaña, está derrotado de antemano.
Regresando a Eruviel Ávila, Enrique Peña Nieto y su gran aceptación popular, ellos ganaron elecciones porque utilizan un lenguaje tanto en su discurso como en su imagen que ya logró conectar con la gente. Se percataron que el método del pleito es obsoleto. La mayoría de la sociedad lo rechaza.
La manera de estos modernos políticos se convirtió en estilo de su campaña publicitaria. Ahora, la imagen es más importante que la propuesta. Algunas de las cualidades que estos políticos presentan son:
No pelean ni son rijosos. No discuten.
Son siempre propositivos en concreto.
Sus propuestas tienen como objetivo beneficiar a la población en forma práctica y muy específica. Aunque no profundicen.
Su aspecto físico es saludable.
Jamás se victimizan ni usan su tiempo para hablar mal de los demás.
Es muy improbable verlos alterados.
Asumen que son hombres de poder y que ese poder saben utilizarlo.
Siempre mandan mensajes positivos.
Saben que tienen que torear a sus más duros críticos, que son muchos, y lo hacen sin confrontar.
El lenguaje de imagen visual y de discurso empata. Se les nota jóvenes y que les gusta ser políticos.
Dan importancia mayor a obras de beneficio a la comunidad.
Dan la sensación siempre de estar de buenas.
Su método de firmar compromisos y cumplirlos, se convirtió en ejemplo para sus adversarios.

No ganará en 2012 un candidato que desuna. Ganará el que no fomente pleitos, el que no busque desunir, no descalifique. El que tenga buena imagen, ese ganará.
Para ello, muchos de los pre pre candidatos, así como sus partidos, deberán esconder todo el mal que han hecho en el panorama político mexicano de la historia reciente.
Todos los partidos contendientes tienen diputados y senadores que han impulsado y frenado leyes a su conveniencia, todos han callado de más cuando no han debido, todos han puesto sus ideas sobre la mesa y causado polémicas y faltas de apoyo, todos tienen historias públicas de corrupción indefendibles, todos tienen líderes sin apoyo y otros que reciben respaldo popular. De todos, ninguno ha encontrado bien a bien la fórmula para hacer de México un país de esa estatura que todos merecemos. Han rechazado los verdaderos cambios, y eso afecta la imagen de cualquiera.
Serán inevitables las batallas en el campo de la mala fama de todos, más que en el de la ideas; pero para ello, ya se diferencian a quiénes pelearán y quiénes cuidarán su imagen, manteniéndose al margen de las broncas entre una y otra fracción política. Caso concreto del dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, quien ya inició amarrando navajas, al decir que el principal (y único) oponente del PRI a la candidatura de la presidencia de la república, es Andrés Manuel, lo que ocasionó que sus contrincantes fueran calentando los motores de la crítica mordaz, esto sin involucrar a los posibles candidatos de su partido, con el fin de no manchar (más) su imagen.
Muy pronto los medios estarán saturados de información política en la que sólo destacarán personajes políticos que marquen la diferencia, que cuiden su imagen, ocultando hasta algún rincón del olvido su mala fama.
El próximo año, podremos ver tres tipos de estrategia que cambiarán de acuerdo a como las cifras de las encuesta se vayan acomodando a favor de uno u otro contendiente.
1. Vender los personajes victimizándolos, método que era muy funcional cuando el PRI era todopoderoso, pero que hoy difícilmente puede tener éxito.
2. Producir campañas vacías tratando de conquistar al elector con frases publicitarias clásicas, como: Todos unidos por México, Vamos adelante, Por un mejor país, Progreso para todos...
3.  Las campañas creativas explotando la imagen, que tengan que ver con la manera de ser del candidato y que el candidato se presente mostrando su real personalidad y sus propuestas concretas, en las que él cree fervientemente, que no nacieron de un costoso estudio de mercadotecnia ni de la demagogia de sus asesores.
Este tercer tipo de campaña será la que tendrá más éxito, apoyada tanto en medios influyentes: revistas y periódicos serios, como en impactos instantáneos y bien dirigidos de las modernas redes sociales establecidas en la Internet. La televisión, con sus espacios obligatorios equitativos y gratuitos para cada partido, disminuirá su influencia en base al hartazgo de la repetición de mensajes.

Lo malo es que, el preocuparse más por la imagen, cosa que ha venido sucediendo con los principales políticos del abanico actual, ha cambiado hasta la forma y el objetivo de gobernar. Se han desechado, sin la menor ética de servicio, los spots de televisión que educan, recomiendan y orientan sobre fomentar el valor cívico de la sociedad (por algo estamos así). Programas como. “vacúnate”, “Lávate las manos”, “No tires basura”, “Paga tus impuestos”… se han mandado por un tubo para cambiarlos por: “El funcionario ha hecho tooooodas estas cosas”, “Gracias a tal partido político tú tienes esto” “El (no oficial) candidato ha cumplido estos 600 y tantos compromisos que te firmó”. Mensajes que hacen a un lado la poca, poquísima vocación educativa que tenían los medios, empezando por la TV y se enfocan en adornar al individuo. Tal vez, sólo tal vez, por eso estamos como estamos, los políticos de la última generación se preocupan mas por su imagen que por la gestión, les interesa más quedar bien que hacer algo por su gente. Esos son los peligros de dejarse llevar por la imagen.
La receta para este 2012: buena imagen, propuestas ágiles y concretas, fuera broncas, y guardar la basura debajo de la alfombra. Eso acerca a los buenos resultados políticos, aunque nos aleje de los resultados sociales.

 

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