Se encuentra un senador plurinominal, en su inmenso despacho de las nuevas oficinas, sin nada qué hacer (como siempre). No le fue posible asistir a la sesión ordinaria (como a otros 117 similares), pues tiene que pensar en la inmortalidad de los cangrejos y planear (en martes) sus actividades del fin de semana. De pronto, entre tanta reminiscencia le viene a la cabeza una cuestión que le genera la gran duda:
“Hacer el amor con mi secretaria privada, ¿es trabajo o placer?”
Ante la inquietud que le generó tal interrogante, diez minutos después llama a su secretario particular, que estaba leyendo el periódico y se la plantea:
— estimado prócer, auxiliar de la democracia, ¿Hacer el amor con mi secretaria privada, es trabajo o placer?
El secretario particular responde:
— Pues no lo sé insigne senador, pilar del progreso de México, tendría que estudiarlo.
El representante del poder legislativo, de manera tajante le da una hora para responder.
El secretario particular, intrigado, acude al Asesor de Temas de Interés Nacional y le pasa la pelota:
— asesor, le solicito una consulta que podrá facturar a la Cámara en la próxima quincena, ¿Que el ilustre senador haga el amor con su secretaria privada es un acto de trabajo o de placer?
El ATIN (achichincle mayor, que estaba realizando trabajos de apoyo legislativo en la red: twitter, hotmail, google, youtube) le responde que no sabe, pero igualmente le pasará la factura.
El secretario particular le da 45 minutos para y buscar el respaldo legal en la carta magna y reglamentos afines y solucionar esa gran duda circunstancial.
El asesor le traslada la pregunta al secretario general de acuerdos de la fracción política, el cual estaba ocupadísimo preparándose un té y contando sus planes en París para las vacaciones largas.
Por supuesto tampoco sabe la respuesta y llama inmediatamente al oficial administrativo (el empleado de menor rango en la larga lista de colaboradores del alto representante de la cámara alta).
La pregunta le llega al oficial, que acababa de atender una diligencia de dos horas (que le correspondía atender al senador), quien asoma la cara detrás del escritorio lleno de expedientes con acuerdos por elaborar, varias iniciativas de ley de presupuesto que redactar (aun cuando no es su trabajo), una audiencia ciudadana en unos minutos, pilas de expedientes para confrontar documentos y foliar copias certificadas, elaborar la estadística mensual que tiene que mandar el secretario general de acuerdos de la fracción política a la presidencia de la cámara), y por si fuera poco, tratando de estudiar para un examen parcial que va presentar en un par de horas en la facultad de derecho... En fin, atorado hasta la madre de labores pendientes.
No obstante lo ocupado que se encuentra ese pobre individuo, el secretario general de acuerdos (que es su jefe), le amenaza, a riesgo de perder su importante y mal pagado puesto en la cadena administrativa del sistema legislativo nacional, que tiene 5 minutos para responder a la duda existencial que aqueja al ocupadísimo legislador:
— Que el senador haga el amor con su secretaria privada ¿es un acto de trabajo o placer?
Sin levantar la vista ni parar de escribir, el oficial administrativo responde inmediatamente:
— Es placer.
Su jefe, intrigado por la rápida respuesta, le pregunta:
— ¿Y cómo ha llegado tan velozmente a esa conclusión?
— Porque si fuera trabajo, seguro que me la tendría que coger yo…
Los representantes de las fracciones.
En la red corrió una solicitud e invitación a dejar las boletas electorales, correspondientes a senadores, de las elecciones del próximo julio 2012, en blanco, como manera de protesta ante el alto costo e ineficiencia de esta cámara alta. La propuesta fue tan peligrosa, que en lugar de proponer la reducción de integrantes en ambas cámaras (128 senadores y 500 diputados), hablaron seriamente sobre permitir la reelección de diputados y alcaldes, “Para dar continuidad a la labor por la patria”.
Y vaya que no estamos hablando sin fundamento, cuando mencionamos la ineficiencia y el alto costo de ambas cámaras. Mientras que, por una parte, las leyes que más importan para el detenido desarrollo del país, viven estancadas hasta sabrá dios cuando, principalmente por razones políticas, el mantener un inflado sistema de diputados y senadores tiene un altísimo costo para el país.
A los mexicanos el Poder Legislativo nos cuesta nueve mil millones de pesos al año. Los diputados tienen un sueldo mensual de 105 mil 370 pesos, que restados los impuestos, les dejan 77 mil 745. Hace poco hubo un escándalo al saberse que sus impuestos se los pagaba la Cámara , a cargo del mismo presupuesto legislativo. De su ingreso pueden ahorrar 12 por ciento para un fondo de retiro, aportándoles la misma Cámara otro 12 por ciento. A esto suman dos pagos mensuales más: 28 mil 772 pesos de ayuda ciudadana y otro que es de escándalo, 45 mil 786 pesos por ¡asistencia legislativa! Es decir, otro sueldo por asistir a las sesiones, lo que es su obligación y por lo que ya cobran la dieta.
Además reciben gratis un seguro de gastos médicos mayores para ellos, sus padres, su cónyuge y sus hijos y el pago de gastos médicos que abarcan dentista, optometrista y lentes gratis. También gastos funerarios para la misma parentela, que representa un mes de dieta.
Agréguenle cupones de avión con la tarifa más alta para cambiar por cuatro boletos mensuales, tres si están en receso. Ayuda terrestre de hasta diez mil pesos mensuales a los que viven en un radio menor a 300 kilómetros, ¡incluidos los del Distrito Federal!, y una tarjeta IAVE para cada uno de los 500 legisladores.
A esto hay que añadir aguinaldo, vacaciones, ayuda para gasolina, pago de celular y asistentes. Y en algunos casos coche y chofer.
Y todavía falta. Aparte de todas estas percepciones, el bono de retiro por $1.6 millones que ya se autorizaron los senadores.
Por si fuera poco, el semanario Emeequis documentó que la saliente 60 Legislatura gastó -de 2006 a 2009:
-12.72 millones de pesos en galletitas, café y leche
- 6.8 millones en botellas de agua
- 126 millones en comidas en eventos y vales de alimentos
- 613 millones en boletos de avión
- 670 millones de seguros médicos
- 190 millones en teléfonos fijos
- 32 millones en celulares
Y no es todo. Excélsior documentó opacidad en 12% del presupuesto. Es decir, de lo que cuesta la Cámara de Diputados, los coordinadores apartan 600 millones, cuyo gasto no revelan a nadie, conocido como "asignación a grupos parlamentarios" (algo así como las partidas secretas que tenían los presidentes anteriores a Zedillo).
Milenio calculó el costo de las horas trabajadas por sesión, de martes y jueves (aunque los representantes legislativos asistan o no). Concluyó que ganan mil 869 pesos por hora laborada. Es decir, 160 veces el salario mínimo.
La gran duda entonces es: ¿Cuánto tiempo más soportará la economía del país el tener que pagar tan altos costos de estas cámaras?
Para el presupuesto de egresos 2012 se contemplan reducciones sustanciales a rubros como el apoyo social, educación profesional, entre otros importantes factores que no pueden ver disminución alguna en la inversión, pero en el renglón de gastos políticos –entiéndanse cámaras de diputados, senadores y asignaciones a partidos políticos- no es factible reducir nada.
El periodista Pedro Ferriz Decon, en una campaña mediática, logró recabar más de 3 millones de firmas de mexicanos solicitando eliminar a los diputados plurinominales, que no tienen razón de existir, más que para su partido político. ¿Y que paso? Nada, los representantes desoyeron el llamado de tal cantidad de connacionales. “Tres millones no es una cantidad representativa” (cuando un partido político nacional sólo requiere un tercio de esta cifra para estar amarrado al presupuesto, eso sí es representación).
Hay quienes llaman parásitos a toda esta élite legislativa que vive de recursos extraídos del trabajo del pueblo. Acepción que, si bien es utilizada en el vox populli a manera de merecido insulto, al recurrir a la Real Academia de la Lengua Española : "Parásito: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y debilitándolo sin llegar a matarlo", observamos que diputados y senadores van aún más allá, pues ni siquiera les interesa la muerte de un sistema social tan corrompido. El único interés de esta clase política versa en mantener viva su fracción para conservar el poder (léase recursos provenientes de los impuestos), a costa de lo que sea. Y eso, tiene otro nombre…
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