Flor de Ma. Rubio Ibarra/Alas de Brisa
Esa noche tal como Alas de brisa lo anunciara, hubo una
hermosa lluvia de lunas azules, ella se internó en el bosque para observarla la
fiesta de la vía láctea al compás del
viento, y así, contemplando la aparente caída de los gigantes astros
resplandecientes, le pareció de pronto escuchar un tenue canto dentro de sí,
sus alas brotaron al escuchar el canto
pero no la elevaron, una energía extraña
las magnetizaba hacia una gran esfera de luz blanquiazul en la que de pronto se
vio envuelta su pequeña figura, sin explicarse lo que en su interior sucedía,
comenzaron a rodar por el piso diminutas estrellas negras fragmentadas que
brotaban por sus ojos. El arbolaje comenzó a dejarse acariciar por el viento
que llegaba y los aromas de la naturaleza se intensificaron en el acto.
En tanto, el espíritu del ángel se
encontraba cantando tiernamente en el alma de la joven mientras se afanaba
amorosamente en fundir las partes enfermas y marchitadas de su corazón en una amalgama de
paz. Horas antes se había quedado inmóvil al vibrar dentro de ella intensos sentimientos que
nublaban el camino hacia la fuente de luz que le daba la energía para
poder volar, el trayecto se
hallaba imbricado con múltiples sombras de amor
aletargado que motivaban aquel marchitar
por ella descrito. Se dio cuenta que debía actuar con rapidez si
deseaba alcanzar su cometido antes del terminar de la lluvia de lunas.
El tiempo pareció detenerse
en el interior del alma de la joven,
el ángel sintió una quietud al extremo desconocida al tocar la luz que daba
esencia a la chica, al exterior sin embargo el tiempo transcurría
normalmente, había pasado media hora cuando de pronto, la lluvia de lunas
celestes viró y tras una precipitación intensa de burbujas, de la faz de Handeníes
se desapareció. El ángel quedó atrapado en el alma de la joven y ella volvió a
casa sin recordar claramente el suceso
acontecido en el bosque. Tan solo sentía que había una paz en su ser que hacía
tiempo no tenía.
Pasaron dos años, más
de 700 días en que el hada solía recordar con frecuencia al tipo que le había
ayudado con sus bolsos… le había soñado con una frecuencia tal que ya habíase
construido en su interior una sólida amistad con aquel desconocido que habitaba
incesante en sus sueños y al que sin
embargo, no había vuelto a ver desde aquel día de la lluvia lunar; el mismo día
en que había intentado por última vez volar con sus descompuestas alas.
Volteó al cielo y vio una luna azul, un viento le acarició el
rostro llevándole el intenso olor a la naturaleza y entonces recordó la noche
del bosque, inquieta volvió al mismo lugar tan solo para sentir nuevamente el
caudal de paz que aquel día la envolvió.
Estando en aquel lugar por segunda vez, cerró sus ojos y
suspiró profundamente, al instante sus alas brotaron sin que ella se diera
cuenta, luego comenzó a escuchar de
menos a más, esta vez con toda claridad, una melodía dentro de sí, relacionó de
pronto el matiz de aquella voz con la de Abdelhaka y de sus ojos comenzaron a rodar
estrellas tornasol que esta vez no llegaron a caer, atónita vio cómo las
estrellas flotantes iban desprendiendo a
su paso una brisa marina con la cual se iban impregnando las alas que al instante comenzaron a elevarla
cual si ella fuera un pétalo de rosa, su corazón se llenó de gozo al ver
funcionando nuevamente sus alas, en ese momento se encontraba cuando de pronto
su corazón dio un vuelco al escuchar detrás de ella la voz que hacía tiempo añoraba tener de frente.
-¡No había visto jamás alaje más hermoso que éste que ahora le hace flotar! ¿Cómo hace
para desprender de sus alas esa brisa en forma de estrellas? ¿Cuál es el
secreto para inundarse de alegría al ser tocado por esa estela?
-¡¿Abdelhaka…?! –se giró lentamente hacia él sin poder
pronunciar más palabras. Delante de ella había una gran
aura de luz blanquiazul de la cual emanaba la voz, dentro de esa aura estaba el
disfraz humano de Abdelhaka.
-Ha cambiado
totalmente desde la primera vez que la vi ¿Cómo es que ahora es su cuerpo
totalmente tornasol? ¿A dónde se fue el gris que antes tenía? Debo decirle que
yo jamás hubiera podido imaginar los
dones concedidos a sus alas, son
extraordinarios… como lo es la esencia de quien las porta…
Alas de brisa tenía agolpadas cientos de palabras que deseaba
expresarle como resultado de las incontables noches en que le soñó hablándole
cálidamente mientras reparaba con
indecible ternura las partes averiadas
de su alma, deseó haberlo abrazado tan fuerte que él pudiera sentir la
intensa gratitud que le embargaba, hubiera querido besar sus manos y acariciar
su rostro y que supiera que ella le prodigaba
un cariño ya indestructible, pero
en cambio solo pudo decir:
-¿Volverás a Constelación Escarlata verdad?
Continuará…
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