sábado, 1 de diciembre de 2012

ABDELHAKA EN HANDENÍES 2


Flor de Ma. Rubio Ibarra/Alas de Brisa

Esa noche tal como Alas de brisa lo anunciara, hubo una hermosa lluvia de lunas azules, ella se internó en el bosque para observarla la fiesta de la vía láctea  al compás del viento, y así, contemplando la aparente caída de los gigantes astros resplandecientes, le pareció de pronto escuchar un tenue canto dentro de sí, sus alas brotaron  al escuchar el canto pero no la elevaron,  una energía extraña las magnetizaba hacia una gran esfera de luz blanquiazul en la que de pronto se vio envuelta su pequeña figura, sin explicarse lo que en su interior sucedía, comenzaron a rodar por el piso diminutas estrellas negras fragmentadas que brotaban por sus ojos. El arbolaje comenzó a dejarse acariciar por el viento que llegaba y los aromas de la naturaleza se intensificaron en el acto.
En tanto, el espíritu del ángel se encontraba cantando tiernamente en el alma de la joven mientras se afanaba amorosamente en  fundir  las partes enfermas y  marchitadas de su corazón en una amalgama de paz. Horas antes se había quedado inmóvil al vibrar  dentro de ella intensos sentimientos que nublaban el camino hacia la fuente de luz que le daba la energía  para  poder volar,   el trayecto se hallaba imbricado con múltiples sombras de amor  aletargado que motivaban aquel marchitar  por ella  descrito.  Se dio cuenta que debía actuar con rapidez si deseaba alcanzar su cometido antes del terminar de la lluvia de lunas.
El tiempo pareció detenerse  en el interior del alma de la joven,  el ángel sintió una quietud al extremo desconocida al tocar la luz  que daba  esencia a la chica, al exterior sin embargo el tiempo transcurría normalmente, había pasado media hora cuando de pronto, la lluvia de lunas celestes viró y tras una precipitación intensa de burbujas, de la faz de Handeníes se desapareció. El ángel quedó atrapado en el alma de la joven y ella volvió a casa sin  recordar claramente el suceso acontecido en el bosque. Tan solo sentía que había una paz en su ser que hacía tiempo no tenía.
Pasaron dos años,  más de 700 días en que el hada solía recordar con frecuencia al tipo que le había ayudado con sus bolsos… le había soñado con una frecuencia tal que ya habíase construido en su interior una sólida amistad con aquel desconocido que habitaba incesante en sus sueños  y al que sin embargo, no había vuelto a ver desde aquel día de la lluvia lunar; el mismo día en que había intentado por última vez volar con sus descompuestas alas.
Volteó al cielo y vio una luna azul, un viento le acarició el rostro llevándole el intenso olor a la naturaleza y entonces recordó la noche del bosque, inquieta volvió al mismo lugar tan solo para sentir nuevamente el caudal de paz que aquel día la envolvió.
Estando en aquel lugar por segunda vez, cerró sus ojos y suspiró profundamente, al instante sus alas brotaron sin que ella se diera cuenta,  luego comenzó a escuchar de menos a más, esta vez con toda claridad, una melodía dentro de sí, relacionó de pronto el matiz de aquella voz con la de Abdelhaka y de sus ojos comenzaron a rodar estrellas tornasol que esta vez no llegaron a caer, atónita vio cómo las estrellas flotantes  iban desprendiendo a su paso una brisa marina con la cual se iban impregnando  las alas que al instante comenzaron a elevarla cual si ella fuera un pétalo de rosa, su corazón se llenó de gozo al ver funcionando nuevamente sus alas, en ese momento se encontraba cuando de pronto su corazón dio un vuelco al escuchar detrás de ella la voz  que hacía tiempo añoraba tener de frente.
-¡No había visto jamás alaje más hermoso  que éste que ahora le hace flotar! ¿Cómo hace para desprender de sus alas  esa   brisa en forma de estrellas? ¿Cuál es el secreto para inundarse de alegría al ser tocado por esa estela?
-¡¿Abdelhaka…?! –se giró lentamente hacia él sin poder pronunciar más palabras.  Delante de ella había una gran aura de luz blanquiazul de la cual emanaba la voz, dentro de esa aura estaba el disfraz humano de Abdelhaka.
 -Ha cambiado totalmente desde la primera vez que la vi ¿Cómo es que ahora es su cuerpo totalmente tornasol? ¿A dónde se fue el gris que antes tenía? Debo decirle que yo jamás hubiera podido imaginar  los dones concedidos a sus alas, son  extraordinarios… como lo es la esencia de quien las porta…
Alas de brisa tenía agolpadas cientos de palabras que deseaba expresarle como resultado de las incontables noches en que le soñó hablándole cálidamente  mientras reparaba con indecible ternura las partes averiadas  de su alma, deseó haberlo abrazado tan fuerte que él pudiera sentir la intensa gratitud que le embargaba, hubiera querido besar sus manos y acariciar su rostro y que supiera que ella le prodigaba  un cariño  ya indestructible, pero en cambio solo pudo decir:
-¿Volverás a Constelación Escarlata verdad?

Continuará…



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