sábado, 1 de diciembre de 2012

tiempo de elección


Las “Píldoras del día siguiente” 
que deberían inventarse.

Joseangel Rendón Delatorre

La ciencia ha avanzado a tales dimensiones, que recientemente lanzó al mercado la polémica “Píldora del día siguiente (PDS)” (no es muy nueva, pero sí de este milenio, pues), con la cual, se puede evitar un gran susto, de esos que duran 9 meses, si una chica la consume después de tener relaciones sexuales (porque creo que ya nadie hace el amor) con el susodicho. La iglesia ha tachado este medicamento como abortivo; algunos círculos sociales la ven como denigrante, cuando simplemente es producto de una falta de planeación, un síntoma común de la era moderna donde ya no se busca planear, prevenir, pensar en el futuro; se retoma la frase “Duro y al catre” y el día después: se toman la píldora y se olvidan de un futuro que podría encadenar a la pareja a una relación de por vida que no desean en ese momento (tal vez nunca, para como se dan las relaciones hoy en día). Se acabó el “espérame tantito”, “hay que llevarlo lento”, “¿de veras me quieres?”, “debemos pensar en nuestro futuro”… nada… noche de antro, cuás y luego la PDS.
Así las cosas, esta píldora es producto de una necesidad de la sociedad moderna, pero… ¿En qué otras actividades del ser humano actual también deberían inventarse “Píldoras del día siguiente”? Algunos ejemplos:
El error de noviembre. “#ta madre, me gasté todo el aguinaldo en el Buen Fin, en cosas que ni estaban tan baratas, no me quedó ni para el pavo, tendré que pedir posada o empeñar lo que compré”. Como es muy común que el mexicano no planee sus gastos, en cuanto le cae la lana se la gasta todita; debería haber una PDS que si bien no le regresara el dinero que dilapidó, de perdido le hiciera olvidar (algunos dicen que ya se inventó y se llama megapeda del puente Lupe Reyes [el verdadero error de diciembre], pero eso más que una solución, es como echarle limoncito a la herida de la mala administración familiar). La píldora en cuestión haría que el susodicho recapacitara y devolviera algunos de los artículos innecesarios que compró en el Buenfín, para tener un guardadito por si se ofrece.
El error de Julio. Primer domingo de julio electoral, vas a las urnas como siempre, sin haber escuchado atentamente las propuestas de los candidatos en cuestión, nomás para que le hagan el agujerito en la credencial y te manchen el dedo gordo. Con la boleta en tus manos tienes tres opciones frente a ti: de tín, marín, dedó, pingüé (creo que son 4) y votas por el que más sonó o por el que te acuerdas que escuchaste en el maremágnum de publicidad política sin propuesta que te invadió los meses anteriores. Y cuás, gana el más p… opular. Dos días después de que toma el poder te dices a ti mismo: “#ta madre por qué voté por este %$+dejo, ya nos volvieron a saquear” (frase célebre de Jolopo, que 36 años después aun se aplica). Entonces te gustaría haber razonado el voto, escuchado las verdaderas propuestas y compromisos que el candidato te hizo a ti candidote; te gustaría que hubiera una votación que te permitiera sacarlo del poder si no hace bien las cosas (plebiscito, que lo llaman en la ficción política), pero ya nos volvieron a $%ingar (otra vez). La “píldora del día siguiente” para este caso haría que, al saber los resultados de la votación razonaras “Ay güey, ¿Ganó este %$+dejo?” y al tomarla solicitaras una segunda vuelta de votaciones para hacer a un lado a los que solo entraron al proceso electoral para ganarse una lana (partiditos propiedad de un político sañoso) y que todo el populi votara nuevamente por los dos con mayor número de votos (segunda vuelta, que le llaman, pero que los partidos nunca permitirán, pues corren el riesgo de quebrar) haciendo un verdadero ejercicio democrático. Esta PDS solucionaría muchas de las broncas tuyas y del país (o que el país tiene por tu culpa).
El error de junio (el pior). “¿Para qué voy a votar? si de todos modos va a ganar fulanito” te dices a ti mismo antes de que suceda la votación, más por las ganas de ya no escuchar tanta propaganda y frases vanas “Mejor vendo mi credencial y así ganó una lanita”. Y cuás, sucede (me han contado), que hay gente que por debajito del agua te da seiscientos pesos por tu credencial y te la devuelve después de las elecciones. Y después de las elecciones aparece en las actas que sí votaste, por sabrá dios quién (para ese momento ya te gastaste los 600 que te dieron y te gustaría que ya hubiera pasado un largo año o dos para que regrese alguien por debajito del agua). Pero nada, que no habrá ni empleo ni despensas ni oportunidades de educación ni apoyos para el campo durante todo el año, porque no te prometieron eso… no fuiste capaz de usar el poder de tu voto para elegir a quien sí se hubiera comprometido por darte las oportunidades que necesitas para lo más mínimo. Y piensas “¿Por qué no hay una píldora del día siguiente que me permita aventarles sus %&$ches 600 pesos y pensar bien por quién votar y exigir al poder que haga bien las cosas?” pero eso… es muy difícil que se invente… lo llaman consciencia política, otra ficción que no tiene por dónde.

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